jueves, abril 01, 2010

«Furia de titanes»

La Warner ha retrasado el estreno de «Furia de titanes» para adaptarla al sistema 3D de proyección, sabedora de que tiene entre manos una nueva franquicia que puede dar mucho de sí, ya que la mitología griega está poblada de personajes que resultan ideales para la fantasía épica en formato tridimensional. Los que dieron por muerto al «peplum» se equivocaron.




Mikel Insausti

Cuando se estrenó hace poco menos de 20 años la versión original de «Furia de titanes» fueron muchos los que calificaron aquella producción británica como el canto del cisne de la variante mitológica del «peplum». Se creía entonces que ya no quedaba público para esas películas, porque la generación de los que crecimos con las películas de romanos y de mitos griegos, la misma a la que le tocó estudiar en el bachillerato el latín y el griego clásicos, se había hecho mayor y estaba demasiado ocupada haciendo dinero y traicionando sus ideales.

Pero he aquí que dos décadas después en Hollywood, una industria que por mucha tecnología nueva que descubra sigue viviendo de rentas en cuanto a los temas de los que se nutren los argumentos de sus películas, han querido hacer un remake de «Furia de titanes» para recuperar un género que parecía definitivamente enterrado.

La Warner prepara ya una trilogía en base a esta nueva franquicia, que seguirá explotando mientras queden dioses y monstruos mitológicos de la Antigua Grecia por llevar a la pantalla. A nada que «Furia de titanes» vaya bien en la taquilla, gracias a su oportunista lanzamiento de última hora en 3D, otros estudios querrán tener también su correspondiente saga helena. De hecho, ya se comenta que quieren reponer «300» con copias en 3D, para sacarle un mayor rendimiento al héroe Leónidas, a sus espartanos y a la Batalla de las Termópilas contra los persas. Otro tanto podrían hacer con «Troya», que está protagonizada por Brad Pitt en falditas y tendría mucho tirón.

En estos momentos los ejecutivos de las majors están rebuscando en los cajones aquellos guiones sobre Hércules, Ulises y demás héroes míticos que estaban cogiendo polvo, puesto que todos ellos son susceptibles de liderar las consiguientes franquicias de las que hablamos.

Olvidar a Ray Harryhausen

En la Warner han pensado que la película perfecta para retomar la mitología griega en el cine-espectáculo era «Furia de titanes», por ser el título que marcó el adiós de los efectos especiales tradicionales, representados por el stop motion, animación fotograma a fotograma, del maestro Harryhausen. Ese tipo de trucos visuales fueron relegados por el desarrollo de las imágenes generadas por ordenador. En plena era digital los clásicos como «Jason y los argonautas» sólo interesan a los cinéfilos nostálgicos. Harryhausen y el productor Charles H. Schneer no pudieron ir más lejos de «Furia de titanes», así que el hecho de rehacerla ahora con la actual tecnología cobra un carácter muy explícito dentro del mercado cinematográfico.

Antes se temían las comparaciones, pero hoy es el día en que dicha reválida ya no preocupa. Se han hecho tantos remakes de viejas películas que, al final, ha quedado demostrado que las nuevas generaciones acuden en masa a ver la nueva versión sin que ello despierte su curiosidad por descubrir el original. Ellos se lo pierden, porque la «Furia de titanes» del 81 posee un encanto que nunca va a tener la del 2010. Los responsables de los efectos digitales del remake proclaman orgullosos que su Medusa se mueve a mucha más velocidad que la del original. Si ese es su mayor logro a la hora de actualizar un tema clásico, no parece nada de lo que haya que enorgullecerse especialmente, salvo en caso de manifiesta ignorancia.

Donde mejora, todo hay que reconocerlo, el actual «Furia de titanes» es en su reparto estelar. Para abaratar costes, en los 80 optaron por un rostro popular de la televisión de la época, y así se convirtió en Perseo el televisivo Harry Hamlin, popular gracias a la serie «La ley de Los Ángeles». El australiano Sam Worthington se ajusta mejor a ese rol heroico de alguien que tiene una parte divina, como hijo de Zeus, y otra humana.

Y con el dios de dioses en el Olimpo hemos tomado, por cuanto se pensó hace dos décadas que nadie mejor que el endiosado Laurence Olivier para ser el más teatral de los Zeus imaginables. Estoy seguro de que el irlandés Liam Neeson ha sabido hacer una caracterización mucho más ajustada e incluso terrenal, porque, después de todo, los dioses simbolizan las cualidades y defectos humanos pero exagerados.

De Úrsula a Alexa

Respecto a la sensualidad femenina asociada al personaje de Afrodita, la diosa del amor, resulta evidente que el erotismo de Úrsula Andress ya no se lleva. La joven Alexa Davalos transmite un tipo de belleza más mediterráneo y sugerente, y, por supuesto, más estilizado.

Pero los reyes de la función, antes y ahora, siguen siendo los monstruos. Y entre los seres fantásticos hay que volver a destacar a las Grayas, las brujas con un sólo ojo que deben de compartir entre todas. Ya hemos hecho puntual referencia a la górgona Medusa, capaz de paralizar con la mirada. Están también las Ninfas y, como no, Pegaso, el caballo alado sobre el que cabalga el héroe Perseo.

En «Furia de titanes» (2010) el monstruo al que se da mayor relieve, por aquello de los efectos tridimensionales, es al Craken. Un monstruo marino al que tradicionalmente se le ha ilustrado como una especie de pulpo gigante, pero que en la película tiene una cabeza de dragón. Es el arma más poderosa desplegada por Hades, el dios infernal interpretado por Ralph Fiennes, en su lucha contra Zeus, que es en teoría la lucha entre el Mal y el Bien, por ese orden.

La aparición del Craken, tal como lo enfatiza el espectacular tráiler de la película, va acompañado de la música apocalíptica, que mezcla sonidos orquestales y metaleros, compuesta para la ocasión por Ramin Djawadi. Es, sin duda, uno de los síntomas más obvios de la operación actualizadora.

Sam Worthington es el último fichaje australiano

El australiano de origen británico Sam Worthington es ya una estrella de Hollywood con 33 años, lo que supone una de las ascensiones más rápidas en el mundo de la interpretación, en el que se inició profesionalmente hace diez años con la comedia musical «Bootmen». Hasta entonces había trabajado en la construcción como albañil. Su inmediata consagración a nivel local se produjo con la serie de televisión «Love My Way», a la vez que obtenía en los premios del Cine Australiano del 2004 el de Mejor Actor por la película de culto «Somersault».

Quiso dar el salto internacional convirtiéndose en el nuevo James Bond, pero aunque quedó finalista en las pruebas de selección, el elegido para protagonizar «007 Casino Royale» fue Daniel Craig. El pasaporte a Hollywood se lo dio entonces «El territorio de la bestia», una cinta de terror australiana distribuida en todo el mundo. James Cameron se fijó en él y lo fichó para «Avatar», recomendándolo de paso para «Terminator Salvation». Lo veremos pronto en «Last Night», ópera prima de Massy Tadjedin, guionista de «The Jacket». Después en «Dracula: Year Zero», donde hará de Conde Vlad para Alex Proyas.

Fuente: Gara

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