domingo, septiembre 20, 2009

Entre lo natural y lo artifical



- La artista Australiana Patricia Piccinini hablando de su obra durante una exposición en Victoria, País Vasco. (2008)






Patricia Piccinini (n. 1965), es una de las más singulares artistas australianas actuales. Espléndida constructora de quimeras de aroma científico de las que se sirve para contarnos historias del desconcertante mundo en el que vivimos. Sin lugar a duda merece la pena detenerse y analizar un trabajo que deja en el aire innumerables e interesantes preguntas sobre nuestra sociedad, una obra que, como ha declarado la propia autora, plantea cuestiones sobre aspectos fundamentales de nuestra existencia: nuestra artificialidad, "nuestros" animales, nuestra responsabilidad para con nuestras creaciones, nuestros hijos y nuestro entorno. Un cóctel amable o aborrecible, según la percepción de cada uno, que porta entre sus ingredientes ciencia, moral, futuro y convivencia.




La mayoría de las obras de Piccinini están basadas en prácticas biocientíficas de manipulación y alteración de seres vivos. Ha creado un universo sintético pleno de realismo, poblado de criaturas y objetos ficticios, curiosas especies animales, en los que incluso, se llega a fusionar el alma animal y la humana. Un escenario creativo en el cual la investigación de células madre, la ingeniería genética, la clonación, la bioelectrónica, la restauración ecológica dan lugar a ‘nuevos mundos’ que no son otro que el nuestro actual. Una mirada narrativa más preocupada por encender el debate que por tomar partido, hasta el punto de que sus obras han sido tomadas como ejemplo tanto por los detractores como por los defensores de esta vía de la experimentación científica.




Piccinini expone también la cuestión de la hipotética convivencia de estos productos de la biotecnología con la especie humana. La artista se vale de dibujos y esculturas de gran realismo para colocar al espectador ante una situación que reconoce como ficticia pero que no puede evitar sentir como posible. Piccinini presenta escenas llenas de ternura, con niños jugando en actitud cariñosa e incluso durmiendo con estos seres, ante las que no es posible evitar una cierta inquietud. La cuestión se plantea de manera más directa en la escultura The embrace, que representa a una criatura de grandes ojos que recuerda a una cría de canguro antes de desarrollarse, un ser de aspecto desprotegido acentuado por la desnudez que le confiere la carencia de vello y el color rosado de su piel, que se engancha a la cara de una mujer, el autorretrato de la propia artista, con un fuerte abrazo. Como en toda la obra de Patricia Piccinini la interpretación está muy abierta, no sabemos si ese abrazo responde a la falta de cariño, a la búsqueda de amparo, a la agresividad o al miedo de un animal. Pero lo que es mucho más importante y turbador, ante este panorama científico, no sabemos si debemos tener esperanza o sentir miedo de estas criaturas engendradas y manipuladas en un laboratorio por unos aprendices de dioses que juegan, con licencia y sin licencia moral, con el futuro y el bienestar de toda la humanidad.




Via homines.com




Enlace: http://www.patriciapiccinini.net/





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